Lo vimos acercarse lentamente, de
alguna forma fue incluso dramático, no sé porque, pero pensé que cuando la
tocara algo malo pasaría, no quería que la hiciera, estuve a punto de gritarle:
¡Ten cuidado, te va a tocar y todo se vendrá abajo!, pero me contuve porque su
cercanía me da miedo, es como los gatos, lo odio cuando está lejos, pero de
cerca le temo.
La tocó, nadie hizo nada para
evitarlo y aunque nada se vino abajo aparentemente, lo que él dijo hizo que el
ambiente fuese pesado por la extrañeza del dialogo y la incomodidad de ella:
-Hace mucho que no te veo.
Silencio general, su mirada pidiéndonos ayuda, la ignoramos no por no ayudarla
sino porque era todo tan bizarro que no alcanzábamos a expresar nada.
-He tenido muchas clases.
La abandonamos a pesar de tenerla enfrente, nos enfrascamos en mini charlas,
todo con tal de no interactuar con él, la escuchamos ser grosera y no nos
importo, nosotras o bueno yo al menos hubiera sido peor, se fue, hablamos de
eso y le dimos el pésame, nadie debería pasar por eso nunca, nadie.
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