lunes, 15 de abril de 2013

Ni siquiera intentaré nadar

Llegan de una en una, espaciadas a veces al grado de parecer que no volverán, pero siempre vuelven. Las olas de la soledad van ahogando sin que uno se de cuenta sino hasta que es muy tarde. Mi alma moribunda busca las respuestas en el internet, bendito internet, el dios de los aislados, mi dios, en mi altar te ofrezco mis horas de sueño a cambio de risas, a cambio de que detengas esas olas. Llevo hecho mi altar desde hace tanto, es maravilloso, me sigo ahogando pero no me doy cuenta, las noches como hoy cuando la letra de una canción o el párrafo de un libro me hacen darme cuenta de la altura que tiene ya el agua, son la falla en el plan; solo es necesario dejar de pensar.

1 comentario:

Medina E. dijo...

Buenas! ¡hace mucho que no pasaba por acá! como extrañaba leer tus entradas :D, siempre son geniales y ésta no es la excepción ¡me sentí de lo más identificada cuando la leí! y más con ese titulo...
Veo que somos varios los que disfrutamos de esta enfermedad llamada soledad...
aunque no sé si la palabra adecuada es "disfrutar" ¿tal vez lo sea "conformarse"? No sé, es algo raro de explicar y el hecho de que tú lo hayas podido dejar tan claro relacionándolo con el sentimiento de estar ahogándose es espectacular.

Bueno, dejo de escribir tanto... Nos vemos :D